viernes, 15 de abril de 2016

¿Niñas o princesas?



He visto la radicalización de la educación de las niñas entre quienes asumen que deben ser educadas como princesas y quienes defienden que deben ser educadas para ser unas guerreras. Me asumo feminista con todo lo que ello conlleva en el pleno conocimiento del concepto.

En este sentido me manifiesto en contra de las dos opciones, pues pretenden hacer de una niña una imagen o proyección personal de los padres o la sociedad.

Puede existir una princesa guerrera, esto no es contradictorio. Pueden existir juguetes que sean la proyección a futuro de una maternidad o de una profesión. Estoy convencida de que la personalidad, vocación y aficiones son innatas en la persona.

Nada tiene de malo en que una niña juegue a ser ama de casa, que disfrute jugando a ser mamá con sus muñecas, confieso que pese a mi personalidad esta era precisamente la forma en que en mi infancia me divertía. Y sin embargo, a mis 37 años no tengo hijos, soy soltera y tengo una profesión.

Hay quienes pretenden quitar el ideal de las princesas de Disney por el idealismo de que hay un romance y pretensión del amor ideal y argumentan que es mejor enseñarle respecto de mujeres exitosas de la vida real. Ponen siempre de ejemplo a Frida Kahlo o tal vez Rosario Castellanos. Pero ¿acaso Frida no idealizó a Diego? ¿acaso la vida de Rosario Castellanos en su relación con Ricardo no significó para ella una falta de autovaloración y diría yo de rogar y suplicar por amor cuando él no la apreciaba?.

¿Es preciso para ser una mujer exitosa dejar a un lado la feminidad, la maternidad y el amor?  ¿No las figuras emblemáticas son Michelle Obama y Hillary Clintón? Ambas son madres, lucen espectaculares, son madres, profesionistas exitosas y esposas.

¿Acaso quiénes son ama de casa no son exitosas? ¿o quienes pretenden lucir bellas deben renunciar a la intelectualidad?

No existe un parámetro que defina, yo he sido tratada como una princesa por mi padre, pero mi educación fue de una princesa que llegaría a ser una reina, pero no una reina en un castillo, sino una mujer capaz de reinar y gobernar su  propia vida.

Estoy en contra de los estereotipos cualquiera que estos sean, disfruto tanto de un buen libro como de comprar zapatos.  Tengo interés en política y también en moda. Sueño con el amor pero disfruto mi sexualidad, soy soltera pero también creo en el matrimonio. Puedo leer revistas con igual interés Cosmopólitan o Letras Libres. Valoro la soledad pero disfruto la compañía. Amo vestirme de encaje, flores y colores pastel. Amo la oratoria así como el baile.

Frente a esto mi postura es simple, no hay que educar a las niñas para ser princesas o para ser guerreras, hay que educarlas para luchar por ser ellas mismas. Por definir su personalidad y defenderla ante una cultura de dualismos irreconciliables. 


Dejemos que vivan su infancia feliz y desde ese momento que sean ellas quienes descubran el camino que quieren seguir. Contémonos la historia de princesas y la historia de guerreras y que ellas en el camino definan cuál de las dos quieren ser o respetar si pretenden ser una mezcla única entre ambas.

  Sólo hay dos cosas que debemos inculcarles y en esto debemos ser irreductibles: a ser mujeres libres y felices.

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